jueves, 30 de octubre de 2008

Malalai Joya: “El silenci de la gent bona és pitjor que les accions de les males persones”

Sense passaport diplomàtic i passant clandestinament per Pakistan, Malalai Joya, diputada expulsada del parlament de l’Afganistan per denunciar als senyors de la guerra, arriba a la UAB. En un acte organitzat per la Plataforma Aturem la Guerra i amb la col·laboració de la Facultat de Ciències de la Comunicació i del Màster MIM, Malalai Joya desgrana la situació del seu país, s’oposa a l’ocupació militar i explica les raons de la lluita d’aquells que creuen en la democràcia i la veritat a l’Afganistan.

Intents d’assassinat, insults o agressions físiques no han aconseguit fer emmudir la veu de Malalai Joya. La seva és una història de rebel·lia i de superació. Políticament independent però defensora de la llibertat, la democràcia i la igualtat entre homes i dones -que va aprendre en els camps de refugiats que van provocar els conflictes amb la URSS i les guerres intestines-, assegura que “la situació de l’Afganistan avui, mai ha estat pitjor” i que per això, les tropes estrangeres haurien de deixar el país. I és que, reposada però vehement, Joya sap que la gent afgana té idees. La majoria de la població s’oposa al fonamentalisme dels més de 850 grups armats que hi ha al país i dels taliban, i que “si les tropes marxessin, l’Afganistan es lliuraria d’un dels seus problemes” indica Malalai. Però no de l’únic. El país de Malalai Joya ocupa el lloc 176 de 177 països en nivell de pobresa i produeix el 93% de l’opi que es consumeix al món. A més, l’ocupació militar capitanejada pels EEUU després de l’11-S, que va acabar amb el govern dels taliban, “ha portat –assegura Malalai Joya- el problema de la inseguretat, ja que es tracta d’una ocupació i no d’una alliberació”, en la qual es manté un estat de perillositat comandat per “una màfia” formada per l’Aliança del Nord –senyors de la guerra- “que col·labora amb les forces d’ocupació” i de les quals es nodreix econòmicament.

Joya ho ha tingut doblement difícil pel fet de ser dona i de ser crítica en un país on la violència masclista té proporcions epidèmiques i on la discrepància és un luxe que s’arriba a pagar amb la vida. “Més del 80% de les dones han patit algun tipus d’agressió, tan física com sexual”, assegura. I tot i que hi ha algunes associacions per la defensa de la dona, aquestes no reben cap ajuda administrativa i actuen clandestinament. La dissidència també porta problemes a l’Afganistan. Als mitjans de comunicació no hi ha lloc per la crítica, ja que estan en mans dels senyors de la guerra, la llibertat de premsa és inexistent i són tristament cèlebres els casos de periodistes empresonats.

Malgrat tot, no hi ha només criminals a l’Afganistan, “els intel·lectuals, professors i activistes” també s’esforcen per fer-se escoltar. “Ens hem d’unir per lluitar en aquesta batalla. Qui no fa l’esforç, ja ha fallat”, remata Malalai Joya.

Fotografia extreta de www.malalaijoya.com

lunes, 6 de octubre de 2008

Retazos de Bosnia-Herzegovina: Kravica

La Republika Srpska (República Serbia dentro de Bosnia) es una de las zonas más empobrecidas del país. Ocupa un 49% del territorio bosnio y en ella habitan mayoritariamente -pero no sólo- serbios. Este es el espacio que después de los acuerdos de Dayton se reservó/impuso -como todas las divisiones del país- con una mezcla de factores entre el autoritarismo y los intereses nacionalistas y/o históricos y económicos, a los bosniacos que se sentían -y se sienten-, serbio-ortodoxos.

Es mayoritariamente territorio serbio y se nota. Aunque las tres comunidades hablan el mismo idioma, aquí los carteles están escritos con el alfabeto cirílico (el que utilizan los serbios) y la zona está salpicada de asentamientos. Son poblados de módulos de madera establecidos a orillas de las carreteras, con las calles -o calle- sin asfaltar y a los que se accede por cañadas o desvíos de arena y hierba. En estos poblados viven los que lo perdieron todo.

De hecho, en Kravica, uno de estos asentamientos, sus habitantes explican que durante la guerra “los musulmanes quemaron el pueblo” y por eso los han tenido que reasentar en esta suerte de favelas nacidas de la guerra. Cuentan también que sólo cinco personas reciben ayudas de la Administración, 40 marcos bosnios (al cambio, 20€) al mes, en calidad y reconocimiento de refugiado de guerra. Estos poblados carecen de los servicios mínimos, no hay agua corriente y la fuente que abastece a todo el pueblo apenas gotea agua helada este verano. Con mucha paciencia una anciana del lugar rellena tres botellas de refresco en la fuente, al lado del río lleno de basura. Más allá los niños juegan y se dejan fotografiar, los más mayores lanzan a cámara el saludo chetnik, con los tres dedos en alza y el pulgar algo encogido. Parece que sólo existen ancianos y jóvenes -muy jóvenes- en este lugar. En la entrada de una casa, una peluquera corta el pelo por unos pocos marcos; en otra, una pareja muy mayor se emborracha con cerveza Jelen (la marca serbia por excelencia), un poco más allá un grupo de mujeres desenvaina judías y sonríe a cámara con los ojos serenos, como sabiendo que esa foto es necesaria. Entonces uno se da cuenta de que aquí las preguntas sólo las pueden hacer ellos. Y ocurre, ocurre el entendimiento con el otro. El milagro del Periodismo.

Collage con imágenes de Kravica


jueves, 2 de octubre de 2008

Fugaz e irresistible

Miguel Gil Moreno (Barcelona,1967 - Sierra Leona, 2000) era periodista vocacional. Como pocos. Necesario, fugaz, irresistible. Bosnia, Kenya, Congo, Zaire, Uganda, Rwanda, Liberia, Monrovia, Costa de Marfil, Kosovo, Chechenia, Sierra Leona, eran algunos de los lugares donde fijaba el visor. En el verano de 1993 vio algo por la televisión que le hizo tomar la decisión de irse a Bosnia. Eran las imágenes de unos francotiradores tiroteando a personas en un funeral. Él quería ver aquello. En moto llegó a Split, de allí a Mostar y más tarde a Sarajevo, donde burlaba el cerco para conseguir medicinas y alimentos para los más necesitados. Fue de los pocos periodistas que entraron en la más hermética Chechenia de los noventa y logró desenmascarar las mentiras del Kremlin con sus imágenes. Filmó también, las deportaciones de albanokosvares llevadas a cabo por las autoridades serbias durante la guerra de Kosovo, por las que obtuvo el premio Rory Peck. El premio Royal Television Society se lo concedieron en reconocimiento a su labor como mejor cámara y productor en el año 2000. A partir de entonces todos los reconocimientos fueron póstumos. Como el de ayer. Murió en una emboscada junto a su colega Kurt Schork. Premio Mohamed Amin en 2000, Luka Brajnovic en 2001. Ahora, se acaba de inaugurar en Barcelona la primera exposición sobre Miguel Gil y su trabajo. Lo necesario sigue siendo eso. Su trabajo, su mirada, su forma de entender el oficio. La Vitrina era un hervidero. Se brindaba con cava entre la mezcla de estruendos kosovares, africanos, chechenos. Se recordó a Miguel Gil con las palabras de Fernando Quintela en una voz extraña, ya que el veterano periodista excusó su presencia. Más tarde fue el turno de la familia. Patricia Gil recordó “la marca de Miguel”, eso que se quiere dar a conocer con esta exposición. Esa marca no es otra cosa que la honestidad y la coherencia, el valor con el que su hermano afrontaba ese oficio que aprendió sobre la marcha, en el campo de batalla.
"MIGUEL GIL MORENO: EL PRIMER D'ARRIBAR I L'ÚLTIM DE MARXAR"
En La Vitrina del fotògraf del Palau Robert (Passeig de Gràcia,107) hasta el 30 de noviembre.
Horario: De lunes a sábado, de 10 a 19h y domingos y festivos, de 10 a 14,30h.

[Más información en la Fundación Miguel Gil y en el libro de Manuel Leguineche y Gervasio Sánchez: Los ojos de la guerra]

Fotos de Miguel Gil extraídas de la Revista Esfinge.