sábado, 29 de noviembre de 2008

Que nos lo cuente José Cendón, pero pronto

“Menos mal” comento al leer que para el Ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, [la liberación de José Cendón] “sigue siendo una prioridad para su departamento", y una sonrisa entre maliciosa e incrédula se le escapa a mi compañero en antena. Sábado, 29 de noviembre. José Cendón, fotógrafo freelance y Colin Freeman, reportero del Daily Telegraph permanecen secuestrados en Somalia desde el miércoles y Exteriores admite que a fecha de hoy todavía no se ha puesto en contacto con sus captores.

Las negociaciones para la liberación de los periodistas se llevan a cabo desde Nairobi (Kenia), y -con suerte- la información también nos llega desde allí, a unos 2000 km de Bossaso, en Puntlandia (Somalia), donde fueron secuestrados los dos reporteros. Todavía no se conoce el paradero de los otros dos periodistas extranjeros -Amanda Lindhout y Nigel Brennan- que fueron capturados el pasado agosto junto al camarógrafo somalí que les acompañaba, Abdifatah Mohamed Elmi. Desde agosto.

El mayor riesgo lo asumen siempre los fotógrafos, como José Cendón, una prioridad para Moratinos, dada la agilidad de las negociaciones.

Sin querer sonar solemne, sólo un abrazo solidario de los que como Fran Sevilla “tenemos la esperanza entre los dientes”. Y que nos lo cuente él mismo, pero pronto.

jueves, 30 de octubre de 2008

Malalai Joya: “El silenci de la gent bona és pitjor que les accions de les males persones”

Sense passaport diplomàtic i passant clandestinament per Pakistan, Malalai Joya, diputada expulsada del parlament de l’Afganistan per denunciar als senyors de la guerra, arriba a la UAB. En un acte organitzat per la Plataforma Aturem la Guerra i amb la col·laboració de la Facultat de Ciències de la Comunicació i del Màster MIM, Malalai Joya desgrana la situació del seu país, s’oposa a l’ocupació militar i explica les raons de la lluita d’aquells que creuen en la democràcia i la veritat a l’Afganistan.

Intents d’assassinat, insults o agressions físiques no han aconseguit fer emmudir la veu de Malalai Joya. La seva és una història de rebel·lia i de superació. Políticament independent però defensora de la llibertat, la democràcia i la igualtat entre homes i dones -que va aprendre en els camps de refugiats que van provocar els conflictes amb la URSS i les guerres intestines-, assegura que “la situació de l’Afganistan avui, mai ha estat pitjor” i que per això, les tropes estrangeres haurien de deixar el país. I és que, reposada però vehement, Joya sap que la gent afgana té idees. La majoria de la població s’oposa al fonamentalisme dels més de 850 grups armats que hi ha al país i dels taliban, i que “si les tropes marxessin, l’Afganistan es lliuraria d’un dels seus problemes” indica Malalai. Però no de l’únic. El país de Malalai Joya ocupa el lloc 176 de 177 països en nivell de pobresa i produeix el 93% de l’opi que es consumeix al món. A més, l’ocupació militar capitanejada pels EEUU després de l’11-S, que va acabar amb el govern dels taliban, “ha portat –assegura Malalai Joya- el problema de la inseguretat, ja que es tracta d’una ocupació i no d’una alliberació”, en la qual es manté un estat de perillositat comandat per “una màfia” formada per l’Aliança del Nord –senyors de la guerra- “que col·labora amb les forces d’ocupació” i de les quals es nodreix econòmicament.

Joya ho ha tingut doblement difícil pel fet de ser dona i de ser crítica en un país on la violència masclista té proporcions epidèmiques i on la discrepància és un luxe que s’arriba a pagar amb la vida. “Més del 80% de les dones han patit algun tipus d’agressió, tan física com sexual”, assegura. I tot i que hi ha algunes associacions per la defensa de la dona, aquestes no reben cap ajuda administrativa i actuen clandestinament. La dissidència també porta problemes a l’Afganistan. Als mitjans de comunicació no hi ha lloc per la crítica, ja que estan en mans dels senyors de la guerra, la llibertat de premsa és inexistent i són tristament cèlebres els casos de periodistes empresonats.

Malgrat tot, no hi ha només criminals a l’Afganistan, “els intel·lectuals, professors i activistes” també s’esforcen per fer-se escoltar. “Ens hem d’unir per lluitar en aquesta batalla. Qui no fa l’esforç, ja ha fallat”, remata Malalai Joya.

Fotografia extreta de www.malalaijoya.com

lunes, 6 de octubre de 2008

Retazos de Bosnia-Herzegovina: Kravica

La Republika Srpska (República Serbia dentro de Bosnia) es una de las zonas más empobrecidas del país. Ocupa un 49% del territorio bosnio y en ella habitan mayoritariamente -pero no sólo- serbios. Este es el espacio que después de los acuerdos de Dayton se reservó/impuso -como todas las divisiones del país- con una mezcla de factores entre el autoritarismo y los intereses nacionalistas y/o históricos y económicos, a los bosniacos que se sentían -y se sienten-, serbio-ortodoxos.

Es mayoritariamente territorio serbio y se nota. Aunque las tres comunidades hablan el mismo idioma, aquí los carteles están escritos con el alfabeto cirílico (el que utilizan los serbios) y la zona está salpicada de asentamientos. Son poblados de módulos de madera establecidos a orillas de las carreteras, con las calles -o calle- sin asfaltar y a los que se accede por cañadas o desvíos de arena y hierba. En estos poblados viven los que lo perdieron todo.

De hecho, en Kravica, uno de estos asentamientos, sus habitantes explican que durante la guerra “los musulmanes quemaron el pueblo” y por eso los han tenido que reasentar en esta suerte de favelas nacidas de la guerra. Cuentan también que sólo cinco personas reciben ayudas de la Administración, 40 marcos bosnios (al cambio, 20€) al mes, en calidad y reconocimiento de refugiado de guerra. Estos poblados carecen de los servicios mínimos, no hay agua corriente y la fuente que abastece a todo el pueblo apenas gotea agua helada este verano. Con mucha paciencia una anciana del lugar rellena tres botellas de refresco en la fuente, al lado del río lleno de basura. Más allá los niños juegan y se dejan fotografiar, los más mayores lanzan a cámara el saludo chetnik, con los tres dedos en alza y el pulgar algo encogido. Parece que sólo existen ancianos y jóvenes -muy jóvenes- en este lugar. En la entrada de una casa, una peluquera corta el pelo por unos pocos marcos; en otra, una pareja muy mayor se emborracha con cerveza Jelen (la marca serbia por excelencia), un poco más allá un grupo de mujeres desenvaina judías y sonríe a cámara con los ojos serenos, como sabiendo que esa foto es necesaria. Entonces uno se da cuenta de que aquí las preguntas sólo las pueden hacer ellos. Y ocurre, ocurre el entendimiento con el otro. El milagro del Periodismo.

Collage con imágenes de Kravica


jueves, 2 de octubre de 2008

Fugaz e irresistible

Miguel Gil Moreno (Barcelona,1967 - Sierra Leona, 2000) era periodista vocacional. Como pocos. Necesario, fugaz, irresistible. Bosnia, Kenya, Congo, Zaire, Uganda, Rwanda, Liberia, Monrovia, Costa de Marfil, Kosovo, Chechenia, Sierra Leona, eran algunos de los lugares donde fijaba el visor. En el verano de 1993 vio algo por la televisión que le hizo tomar la decisión de irse a Bosnia. Eran las imágenes de unos francotiradores tiroteando a personas en un funeral. Él quería ver aquello. En moto llegó a Split, de allí a Mostar y más tarde a Sarajevo, donde burlaba el cerco para conseguir medicinas y alimentos para los más necesitados. Fue de los pocos periodistas que entraron en la más hermética Chechenia de los noventa y logró desenmascarar las mentiras del Kremlin con sus imágenes. Filmó también, las deportaciones de albanokosvares llevadas a cabo por las autoridades serbias durante la guerra de Kosovo, por las que obtuvo el premio Rory Peck. El premio Royal Television Society se lo concedieron en reconocimiento a su labor como mejor cámara y productor en el año 2000. A partir de entonces todos los reconocimientos fueron póstumos. Como el de ayer. Murió en una emboscada junto a su colega Kurt Schork. Premio Mohamed Amin en 2000, Luka Brajnovic en 2001. Ahora, se acaba de inaugurar en Barcelona la primera exposición sobre Miguel Gil y su trabajo. Lo necesario sigue siendo eso. Su trabajo, su mirada, su forma de entender el oficio. La Vitrina era un hervidero. Se brindaba con cava entre la mezcla de estruendos kosovares, africanos, chechenos. Se recordó a Miguel Gil con las palabras de Fernando Quintela en una voz extraña, ya que el veterano periodista excusó su presencia. Más tarde fue el turno de la familia. Patricia Gil recordó “la marca de Miguel”, eso que se quiere dar a conocer con esta exposición. Esa marca no es otra cosa que la honestidad y la coherencia, el valor con el que su hermano afrontaba ese oficio que aprendió sobre la marcha, en el campo de batalla.
"MIGUEL GIL MORENO: EL PRIMER D'ARRIBAR I L'ÚLTIM DE MARXAR"
En La Vitrina del fotògraf del Palau Robert (Passeig de Gràcia,107) hasta el 30 de noviembre.
Horario: De lunes a sábado, de 10 a 19h y domingos y festivos, de 10 a 14,30h.

[Más información en la Fundación Miguel Gil y en el libro de Manuel Leguineche y Gervasio Sánchez: Los ojos de la guerra]

Fotos de Miguel Gil extraídas de la Revista Esfinge.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Retazos de Bosnia-Herzegovina: Medjugorje o el negocio de la religión

Medjugorje es un pequeño pueblo de la parte occidental de Bosnia-Herzegovina, cercano a Mostar. No tendría nada excesivamente de particular si no fuera por las supuestas apariciones marianas acontecidas en este enclave en 1981. Y es que a la Santísima-Virgen-María-Madre-de-Dios, como gustan llamarla en esta población de mayoría evidentemente católica -y por tanto, croata- le dio por revelar sus mensajes a seis niños de la zona, además de suscitar –presuntamente- fenómenos anómalos, como la danza del Sol, y curaciones milagrosas.

Hoy en día, Medjugorje es el principal centro de peregrinación católica de todo el país y recibe visitantes de todo el mundo, cosa que agradece la maltrecha economía de la zona -aunque precisamente la parte bosnio-croata maneje más dinero-. Aquí el peculio sale, entre otras cosas, del merchandising religioso. Por cada puesto de helados hay seis de artículos religiosos. Los escaparates están llenos de casullas, de vírgenes de yeso tipo píntesela usted mismo y de todas las medidas (algunas me superaban en altura), de abalorios, rosarios, estampas, pósteres, cuadros de Cristo en vaqueros o convencionalmente crucificado, fotos del Papa, cruces de madera, frascos de agua bendita de 25cl y camisetas con mensajes del tipo “On a mission from God”. Lo milagroso sería no quedar saturado.

Pero ya se sabe, hay que rentabilizar el negocio. ¿De qué serviría peregrinar hasta Medjugorje si no le llevamos a nuestra anciana madre una virgen para que la coloque encima del televisor? ¿Obtendríamos la salvación sin un póster del ungido que según como le dé la luz cambia de rostro?

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Retazos de Bosnia-Herzegovina: Mostar

Decía Camus que un modo cómodo de entablar amistad con una ciudad consiste en averiguar cómo se trabaja en ella, cómo se ama y cómo se muere. Antes de la Guerra de Bosnia (1992-95) en Mostar, capital no oficial de la región de Herzegovina, se trabajaba, se amaba y se moría sin preguntar por la nacionalidad o por la religión de cada cual. Hasta el 9 de noviembre de 1993. Ese día, la artillería croata dinamitó el símbolo de la ciudad, el puente de Mostar (Stari Most), que unía las dos orillas del río Neretva. Entonces se dejó de amar, se hizo imposible trabajar y se empezó a morir desesperada y frenéticamente al unísono. Eran los noventa en Bosnia-Herzegovina.

Hoy también se vive, se ama y se trabaja en esta ciudad, pero con menos prisa y más ausencias. La limpieza étnica –la separación por comunidades de la Federación de Bosnia-Herzegovina- se legitimó con los acuerdos de Dayton y los bosnio-croatas del oeste y los bosnio-musulmanes del este que habitan Mostar viven sin pisar el “otro lado de la ciudad”. En una terraza del lado croata, Maja una joven universitaria afirma que en toda su vida ha ido cinco veces al lado musulmán porque no se siente segura allí. Cabe recordar que Mostar contaba con 72.000 habitantes en el año 2000 y que en un paseo puede cruzarse la ciudad de parte a parte.

Se trabaja poco y mal pagado en Mostar, e incluso Maja llega a afirmar que hay que sobornar al empresario para ser contratado o poseer muchas influencias para conseguir un trabajo. Ocurre en todo el país. La mayoría del capital está en manos croatas, ya que los bosnio-croatas tienen doble nacionalidad y reciben ayudas del gobierno de la Republika Hrvatska (Croacia).

Sin duda, se ama en Mostar. Los matrimonios mixtos eran una realidad en todo el país antes de la guerra. Al fin y al cabo, todos comparten la raíz eslava, pero la jerga del país lleva a calificar de mixto algo que no merecería calificación alguna. En la actualidad, estos matrimonios son la excepción. La chica católica y universitaria afirma que si conociese a una “buena persona” se casaría con él “aunque fuese musulmán”, pero duda de que sus padres lo aceptasen. Y es que la influencia de los que vivieron la guerra todavía pesa mucho sobre sus hijos.

La muerte empieza a aceptarse como algo natural y no impuesto. Apenas ahora comienza a superarse entre un paisaje que la hace presente en cada parpadeo.

Cementerio de la mezquita

martes, 16 de septiembre de 2008

Retazos de Bosnia-Herzegovina: Srebrenica

Un ambiente de turbión cubre la ciudad. Casi se puede mascar el gris de las nubes. El aire parece de plomo en Srebrenica. El aliento sale al galope de mi boca a la atmósfera viciada de muerte del interior de la fábrica de Potocari. Un frío de otro tiempo eriza la piel en el semivelado de la habitación. Al fondo unos retratos apuntan al vacío. Encontraron sus relojes, sus carteras, sus pañuelos, sus pitilleras… Muertos antes de hora y hacinados en este lugar, son sólo unos rostros más en el anonimato de la muerte reglada.

Interior de la fábrica de Potocari


[Más información sobre lo ocurrido en Srebrenica en este reportaje de Ramón Lobo: Un infierno llamado Srebrenica].


viernes, 8 de agosto de 2008

CARTAS DESDE LOS BALCANES: TRNOVO

Trnovo, 7/08/08

En Trnovo, un pequeño pueblo situado en la Republika Srpska (República Serbia dentro de Bosnia) se encontró una fosa común de víctimas serbias hace poco más de una semana. Entre los muertos, se calcula que unos 108, se encontraron 10 miembros de una misma familia. Era la familia Vitkovic. Milena Vitkovic, que se refugió en Serbia durante la guerra, puede y quiere dar hoy su testimonio.

Milena asegura que en su pueblo de nacimiento murieron 23 personas en manos de los bosnios-musulmanes, además de los encontrados en Trnovo, lugar en el que vive ahora. Mientras sostiene la foto de su familia reencontrada, afirma que ahora por fin puede estar en paz porque tiene un lugar donde rezarles.
Se trata de una mujer de mediana edad, de tez morena y pelo corto, con un rostro enjuto, serbia y de gran hospitalidad. Milena trabaja en una asociación que quiere rescatar las fosas de los serbios, con la intención de demostrar, asegura Milena con vehemencia, que los serbios no fueron los únicos culpables de la guerra, ni los únicos que cometieron masacres. En este empeño, recibe ayudas de la Administración de la Republika Srpska y cuenta que alguna vez han trabajado en colaboración con el gobierno de la Federación de Bosnia-Herzegovina. En este punto, Milsa, la intérprete, asegura que las políticas de la Federación para con sus víctimas son mucho mejores y más efectivas que las de la Republika Srpska y que por eso, en parte, se les considera culpables de la guerra.
Al ser preguntada por la convivencia de los tres pueblos mayoritarios (croatas-católicos, bosnio-musulmanes y serbio-ortodoxos) Milena asegura que ya nada puede ser como antes de la guerra porque ya no confía en los bosnios-musulmanes. "He perdido demasiado", dice y por eso se deshizo de todas sus amistades no-serbias después de la guerra. A pesar de eso, cree que la mala gestión de los políticos fomenta la discriminación étnica. Radovan Vitkovic, su marido, se une a la conversación y aboga por la independencia de la Republika Srpska. Nostálgico de Tito, de Yugoslavia, Radovan Vitkovic cree que durante esos años se vivía mejor, había trabajo para todos y tenían de todo. "Ahora no tenemos nada", asegura. Y, además, no había razón para ningún conflicto porque durante el comunismo la ocupación era total. Se deduce entonces, que el problema de raíz era -y es- fundamentalmente económico, aderezado con la inefable pareja de religión y nacionalismo.
Hoy, Bosnia-Herzegovina tiene un 70% de paro, un gobierno rotatorio disfuncional y entre 700.000 y 800.000 minas antipersona repartidas por su territorio, además de deficiencias en la red de comunicaciones y transporte.
Sobre una posible incoporación a la UE, Milena y Radovan, aseguran que no se trata de una solución para su país y que preferirían una vuelta al comunismo; en cambio, Milsa, a punto de terminar la carrera, está deseando que Bosnia entre en la Unión Europea.

CARTAS DESDE LOS BALCANES: SARAJEVO


Sarajevo, 6/08/08
A primera vista Sarajevo parece la ciudad más triste del mundo. La capital de Bosnia Herzegovina, un país de superficie similar a la de Aragón, cuenta con tenues farolas que iluminan la mal llamada Avenida de los Francotiradores -parecida a la Castellana madrileña- y con edificios que todavía conservan las heridas de metralla, en recuerdo, quizá, de todo lo vivido y de lo que se perdió en esta ciudad. Resulta casi imposible no pensar en la guerra. Su famosa biblioteca, cerrada al público por peligro de derrumbe, sigue llena de cenizas, Davor, el intérprete, me comenta que nadie pone dinero para su reconstrucción.
Sarajevo es, tal vez, la ciudad donde la muerte es una constante. Los cementerios estan por todas partes, ya que durante el Asedio -que duró más de 36 meses y en el que murieron más de 12.000 personas- las víctimas coparon las zonas verdes de la ciudad. Pero esto es solo a primera vista. Poco a poco, con el "sabur" tradicional sarajevita (tranquilo, sosegado) se descubre una ciudad de una belleza única. Los campanarios, los minaretes, las iglesias ortodoxas, las sinagogas... comparten esta ciudad rodeada de colinas. Aunque fácilmente paseable para el visitante, el tranvía y el trolebús cruzan de parte a parte el río. En un momento puede estar uno tomándose un café turco entre alfombras persas en un bazar, y en otro instante, entrar en una iglesia con vitrales de Jesús bendiciendo la ciudad. Basta con caminar unos metros. Por no hablar de los nocturnos locales de jazz, donde tomarse una Sarajevska (cerveza típica), o los bares donde suena la música que suena en cualquier ciudad y que estan llenos de jóvenes. Esta mezcolanza, tantas veces maltratada, le da a Sarajevo un toque especial. Es sabido que la convivencia no es la de antaño, pero hoy Sarajevo ofrece una visión de si misma cosmopolita y esperanzadora.

Sarajevo desde el cementerio

miércoles, 30 de julio de 2008

Tres, dos, uno… ¡Sarajevo!

Martes 29 de julio de 2008

El ventilador mueve las páginas de los periódicos mientras ultimo los preparativos del viaje a Bosnia y Herzegovina. En la radio el boletín informa de que los servicios secretos serbios robaron pelos de Karadzic, acusado de genocidio y crímenes de guerra por el Tribunal Penal de la Haya, para cotejar su ADN. Dónde habré puesto mi maldito pasaporte. En El País se informa de que siete serbobosnios han sido condenados por genocidio. Releo las crónicas de los grandes, de cuando la guerra. Reviso sus fotos. Ayer vi Territorio Comanche, la película de Gerardo Herrero basada en el libro de Pérez-Reverte. Cuándo diablos me darán la acreditación de prensa. Cierro el enésimo libro sobre el conflicto de los Balcanes y juro no volver a ver una película de Kusturica en años. Tengo que acordarme de cargar las baterías de la cámara. Ordeno los recortes de prensa, desentumezco la Moleskine. Las reacciones a la detención del genocida se suceden, mi destino se pone cada vez más interesante. Debo contestar todos los emails antes de partir. Público afirma que Karadzic será extraditado en secreto. Casi se me olvida el chubasquero. Pienso en el trayecto Barcelona-Sarajevo, unos 3.000 km. Pienso en Bosnia, su guerra vio iniciarse al fugaz e irresistible Miguel Gil y retirarse o morir a otros, por no hablar del asedio a Sarajevo o del genocidio en Srebrenica. De eso hace ya más de 10 años. Ahora Bosnia y Herzegovina también quiere entrar en la Unión Europea. Dejaré la llave debajo del tiesto de los geranios. Prometo enviar crónicas, Cartas desde los Balcanes.

miércoles, 23 de julio de 2008

Madrid a 4 manos

miércoles 23 de julio de 2008

Hay ciudades que amamos sin tener una razón concreta, no hace falta haber nacido en ellas, ni tan siquiera haber pasado muchos días en sus calles. Basta a veces una esquina, un suburbio o sus contradicciones… Es lo que ocurre en la ciudad del No pasarán y del Vivan las Cadenas.
El otro día me comentaba un amigo –hombre de radio que me toma el pelo cuando ve a Gervasio Sánchez en La Vanguardia, que soluciona mis dudas existencialmente informáticas, que es capaz de encontrarme entre las 18.000 personas que llenan el Palau Sant Jordi para oír a Sabina cantando Mediterráneo (yo era la que no tenía pase de prensa), que comparte tertulias matutinas en la cantina de la Facultad (y que espero que me perdone que tantas veces prefiriera el incomprensible e incomprensiblemente marxista profesor de economía a su compañía cantinera)-. Ese amigo, decía, con el que comparto inusitados placeres en forma de Babelias atrasados, volvía el otro día de Madrid. Lo vi algo abatido por una transitoria despedida en Barajas, así que le dije que ya invitaba yo al Bombay. Porque ante todo, nosotros somos periodistas –Periodistas de ciudades en llamas, de Holiday Inn, del Raval y Las Ramblas y de exceso de adjetivación-. Sobre todo y más que nada en plan literario. Pero vamos, que lo que me comentó, superando su inicial decaimiento, fue que hay que ver con Madrid, vaya ciudad. Eso, me hizo olvidar mis eventuales preocupaciones -a saber, que un andamio sarajevita me caiga encima, por poner un ejemplo-. Y recordé la última vez que estuve en Madrid. Fue en invierno. No pasé nada de frío porque me acogió una amiga –esa que no se fía de mi objetividad y con la que comentamos los andares del sexo opuesto- en su confortable piso de Mar de Cristal (aunque más tarde, por motivos logísticos tuve que exiliarme en un hotel de Atocha alguna que otra noche). Si las tardes se ponían insoportables en el Retiro, me metía en el Prado y si amanecía –a la hora que suele amanecer para mí, algunos lo llaman mediodía- con ganas, subía la cuesta Moyano entre libros de viejos. Y andaba sin rumbo, como se debe conocer una ciudad. Pero, mi amigo, acaba de volver. Y ratifica que el Retiro, en verano y con El País del domingo, es la hostia. Además, justo pilló el Día del Orgullo, él siempre en el centro de la noticia. Y claro, no pudo más que hacerme una crónica en diferido: Resulta que era el dia del Orgullo [...] allò era un desfase brutal. Grups de tios amb tanga, gent que t'anava rozando amb la bandera arcoiris, tios disfressats de ties exhuberants, tios amb més pèl que tota la facultat de periodisme junta menjant-se la boca i tocant-se els genitals... En fi, va ser bastant impactant [...] i juntament amb l'agobio de la calor i la gent [...] vam tornar-nos a l'hotel. Yo me fío de su crónica porque aquel día no vi ni una sola imagen del desfile, ocupada como estaba tomando fotos bajo un sol que irradiaba a 41º grados en Barcelona. Además, todo el mundo ha visto cosas impactantes en Madrid, ¿no estaba la plaza Colón repleta de curas no hace mucho? Sí, la que después se llenó de gente de rojo.
En fin, que sí, le digo. Que Madrid está de puta madre, que todas las huidas pasan por Madrid, que qué lástima que esté abducida por la derecha, pero que bien se lo pasa uno, oye. “Sol, Preciados, Montera, Plaza Mayor, La Latina, Palacio Real, La Almudena, Plaza de España, Gran Vía, Cibeles...”, me dice. Y yo añado a las gordas de Botero, el Café Gijón, los museos, Callao, Lavapiés y ¿cuántos bares había en la Cava Baja? Insufrible e insustituible, como todas las ciudades que amamos.
-I tu quan marxes a Sarajevo?, me pregunta.
-A l’agost.
-Jo torno a Madrid d’aquí a tres setmanes.

Una buena noticia para el Periodismo (y una mala)

miércoles 23 de julio de 2008

Hace unos días terminó la Semana Negra de Gijón, un evento eminentemente literario, basado en la novela negra, esos relatos de nuestros días, en que se retrata la sociedad del crimen y que constituyen nuestra novela social. Sin embargo, durante la Semana Negra no solo se leen libros a orillas del cantábrico, también se pueden ver exposiciones de fotografía y disfrutar de conciertos y recitales de poesía en memoria de Ángel González, entre otras cosas. Es el fotoperiodismo, precisamente, la actividad que cada vez atrae a más gente. Y es que durante la Semana Negra, también se celebró el “12 Encuentro Internacional de Fotoperiodismo Ciudad de Gijón”, a la cabeza del cual se encuentra Javier Bauluz (premio Pulitzer en 1995). Bauluz huye de la etiqueta de periodista comprometido y tiene claro que lo que hace es lo que tiene que hacer, por eso rehúye pedestales y se considera un tipo normal. A finales de 2007 en Barcelona, Javier Bauluz afirmaba ante la periodista arribafirmante que “la cámara es mi cuchara, mi pincel y mi fusil” y que con la fotografía hay que dar luz a lo que ocurre. Siguiendo esta suerte de mantra, ahora nace el “Manifiesto sobre Periodismo y Derechos Humanos”, que está abierto a la adhesión y del que ya forman parte periodistas tan prestigiosos como Enrique Meneses.
Una buena noticia para el Periodismo.

(foto extraída de Periodistas en Guerra)


La mala noticia la expone en su blog el anterior citado, Enrique Meneses, echen un vistazo a los datos de la Federación Internacional de Periodistas, sobre los 171 periodistas muertos violentamente en 2007.

lunes, 7 de julio de 2008

En el occidente astur…

lunes 7 de julio de 2008


Uno puede levantarse bien temprano sintiendo en las rodillas la niebla apeada en el umbral. Puede desayunar con un dulce ‘orbayo’ –esa llovizna fina y fría que cala los sentidos hasta desperezarlos del todo-. Incluso, el viajero puede tomarse el vermú en una playa mordida a la montaña a pleno sol, sestear con un ‘nordés’ congelante batiendo las hojas de los ‘carbayos’ -robles- y cenar con las estrellas derramándose por la Vía Láctea a la luz giratoria de un faro. Es el occidente astur. (Hagan click aquí para leer el texto completo y ver las fotos).

PS.: Perdonen esta ausencia, me puse a escuchar las obras completas de Leonard Cohen y me acabo de despertar... soñando con tomar Manhattan y luego Berlín.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Aviso

miércoles 21 de mayo de 2008

A los que no lo leyeron en primicia,

Versión íntegra de 'Instantáneas de La Habana' en Tu Aventura, página de ciberperiodismo de viajes.

sábado, 17 de mayo de 2008

Periodismo con 'P' mayúscula

sábado 17 mayo de 2008

Pues no. Resulta que me niego a creerlo. Unos cuantos fantasmas recorren el Periodismo. Hasta aquí vale. Pero no está muerto, sólo agoniza, y en sus últimos suspiros exhala verdad. Y, su hermano guapo, ¿el fotoperiodismo? Tampoco lo hemos matado aún.

Nuestras filas cuentan con profesionales que musitan “es mi trabajo” cuando vuelven a fotografiar a las víctimas de las minas antipersona, con veteranos que fotografiaron revoluciones y con jóvenes que persiguen la autenticidad. Es el caso de Álvaro Ybarra Zavala (Bilbao, 1979). Se lo rifan en ‘Time’, 'Newsweek', 'Le Monde', 'Sunday Times Magazine', 'Vanity Fair', 'Le Courrier International' o 'Liberation', solo por citar algunos de los medios en los que ha trabajado. Ahora inicia su colaboración en XLSemanal. Tendremos la oportunidad de ver algo más que los admirados tacos de Pérez-Reverte en esta revista ilustrada que cuenta con 4.500.000 lectores. Para empezar una interesante entrevista de Isabel Navarro al fotógrafo el domingo pasado. Nada de periodismo comprometido, ni siquiera periodismo sesudo. Lo de Álvaro Ybarra Zavala es periodismo-de-verdad. Nikon en ristre por Ruanda, Chechenia, Irak, Colombia, Sudán, Afganistán, Burma, Uganda y Líbano, en sus fotografías está siempre tan cerca que sorprende que siga vivo. Por su objetivo han pasado víctimas y verdugos, y no deja de emocionarse ante lo que ve.

Y no es el único. Así que nada, no le daremos la razón a quien celebró nuestro entierro.


Edificio de Grozni (Chechenia) por Álvaro Ybarra Zavala


Álvaro Ybarra Zavala, licenciado en Derecho, empezó en la fotografía a los 19 años. Trabajó como freelance hasta 2005, fecha en que empieza a formar parte de Agence Vu. Ha expuesto en España y en el Royal Albert Hall de Londres. Los hijos del desconsuelo es uno de sus trabajos más notables. Sus fotografías se pueden ver en www.agencevu.com.

Cuando se encuentran el cine y la fotografía

sábado 17 mayo de 2008
(Maestro, quiero cartas desde Teherán)


El fotógrafo iraní Abbas descubre Paisà, la película de Roberto Rossellini, siendo un adolescente en un cineclub de Argelia, según se dice en la exposición del CCCB titulada: Magnum 10 secuencias, el cine en el imaginario de la fotografía. Se agota la década de los 50 y Argelia es, a su vez, un país devastado por la Guerra de la Independencia. Su familia llevaba ocho años exiliada de Irán. Desde ese instante el largometraje de Rossellini se convierte en una película fetiche para Abbas. La película que reforzó su decisión de hacerse periodista y luego fotógrafo. Pasaron los años, se sucedieron las películas.

Principios de 1979. Teherán refulge, exquisita circunstancia para el que escribe con la luz. Abbas lo vive desde dentro, entre el entusiasmo de formar parte de -como dice Hobsbawm- la primera revolución contemporánea que no tuvo sus raíces en la Ilustración europea (La Revolución Blanca) y las más que razonables dudas que suscita un movimiento popular secuestrado por los mulás. Dejó de ser su revolución, pero todavía era su pueblo, su país. Sabía que aquella implicación no la podría vivir en Biafra, Bangladesh, Zaire o Méjico (lugares en los que tomó sobrecogedoras fotografías). Pero las fotos iraníes llevan implícito el compromiso, eso las distingue. Su diario fotográfico de la revolución iraní enseña las calles de Teherán durante los años 78, 79 y 80. Paisà presenta le strade italiane en 1946 y muestra los últimos estertores de la II Guerra Mundial.

Comienza el diálogo entre Abbas y Rossellini. Pero es, en realidad, un diálogo a tres miradas. El visitante –fisgón o contemplativo, curioso o examinador- atisba, ojea, vislumbra o cruza su mirada por dónde antes la cruzaron Rossellini y Abbas, pero ahora, a través de ellos. Ventaja añadida. Del fotograma a la fotografía, de la fotografía al fotograma. Del movimiento de 24 fotogramas por segundo a la instantánea que congeló en su día el tumulto en las calles. El fulgor de una ciudad recogido en blanco y negro, podría ser cualquier ciudad del mundo en sus horas más altas o en las más bajas. Ante el encuentro del cine y la fotografía se cree haber resuelto la eterna ecuación, son sin duda, los amantes perfectos. Fotos sencillas, planos simples. Testimonio eficaz, sin teatralidad. Quizá sólo sea cosa de Abbas y Rossellini. O quizá sólo sea la gelatina de plata y el ‘paso universal’.


[Magnum 10 secuencias, el cine en el imaginario de la fotografía es una exposición que pretende mostrar las influencias del cine en el proceso de captación de la realidad que realizan los fotógrafos. Reúne a diez profesionales de Magnum representantes de distintas generaciones y corrientes de la fotografía documental junto con sus influencias cinematográficas].

viernes, 9 de mayo de 2008

Inventariando el mundo

viernes 9 de mayo de 2008

¿Puede escribir la mano de un solo hombre una historia casi universal? Puede. ¿Es capaz de escribirla y describirla desde el punto de vista de los olvidados? Lo es. Hablamos de Eduardo Galeano.

El autor uruguayo acaba de presentar Espejos, una historia casi universal, su última creación literaria. Se trata de un libro anárquico conformado por relatos breves a través de los cuales el autor nos conduce por un inventario general del mundo. Galeano, el escritor de lo cotidiano, enlaza con su habitual cadencia montevideana la crítica al poder, la denuncia y la memoria. Ilumina con su exquisita ironía, su incansable humor y su experimentada pluma –heredera, pareciera en este libro, de Borges y su Historia Universal de la Infamia- los recónditos paisajes de la memoria de los olvidados.

El autor de obras como Días y noches de amor y de guerra o Las venas abiertas de América Latina huye del dogmatismo y su ideología no se inscribe en fervores políticos. Galeano se encuentra cómodo expresándose en la forma del breviario de historias -quizá reminiscencia de su pasado periodístico- pero lo cierto es que está lejos de ser un panfleto político. Espejos es un alegato, escrito con paciencia y ánimo reposado, contra la idea de la humillación como destino para los países del Sur. Es una vuelta al mundo de los muchos mundos que contiene, “sin demasiado respeto a las fronteras del mundo y del tiempo”, afirma el autor. Cuenta nuestra historia desde el punto de vista de los invisibles. En palabras de Galeano: “[Espejos] Es una tentativa a la lucha contra el desvínculo, y nace de las ganas de volver a unir lo que fue divorciado, […] porque el pasado nos habla con voces actuales”.

Con maestría desgrana su libro –a dos días de Sant Jordi- ante el auditorio de la Pompeu Fabra repleto de amigos, lectores –conocidos y desconocidos- a los que trata de igual a igual, y de periodistas. El primer guiño de la tarde se lo llevó Joan Manuel Serrat sentado en tercera fila reservada, el segundo para Juan Gelman –que debía de estar preparándose para el merecido premio Cervantes-, el tercero para Fernando Lugo y su victoria paraguaya, los siguientes fueron ya, para el público que sonreía cómplice. Sin fastuosos oropeles desmigaja relatos, historias y leyendas que de la voz del propio autor adquieren un valor casi mesiánico e invitan a la osadía de la reflexión. A la tarde solo le faltaba la sombra de un jacarandá o un brindis con medio y medio en el Mercado del Puerto de Montevideo. Mientras, fiel a su máxima de prohibido aburrir, Eduardo Galeano asegura que de Sherezade aprendió que la pericia de narrar nace del miedo a morir. Su obra, como la utopía, sirve para caminar.

[…] El inventario del mundo, inconcluso, estaba hecho de chatarras,

Vidrios rotos,

Escobas calvas,

Zapatillas caminadas,

Botellas bebidas,

Sábanas dormidas,

Ruedas viajadas,

Velas navegadas,

Banderas vencidas,

Cartas leídas,

Palabras olvidadas y

Aguas llovidas. […]

La vida sólo latía en lo que tenía cicatrices.

(Fragmento, Inventario general del mundo).

sábado, 3 de mayo de 2008

A orillas de 'El jardín de las delicias'

sábado 3 de mayo de 2008

A los que me llevaron –algunas veces de la mano- por los senderos del Arte.
Muy especialmente Sonia y Cesar.

Hace unos días me sorprendí escudriñando por primera vez un Bosco, El jardín de las delicias. Sus tres paneles inmóviles pintados allá por el siglo XIV –no existe unanimidad en su datación- se extendían y mostraban el paraíso, la lujuria y el infierno. Puesto que el último día de la creación puede resultar un tanto anodino para los descreídos o patológicamente ateos, cualquiera se detiene ante la lujuria y paciente la admira -y no sólo porque sea el más espectacular de los tres paneles-.

Uno empieza a imaginar bajo quién sabe qué efectos fue pintado ese cuadro y recuerda, quizá, alguna lección de Historia del Arte, un paseo por el MNAC, una visita fugaz por los carnales laberintos de las casas gaudinianas o un café a media tarde en una terraza de Figueres -con el espíritu de Dalí todavía presente en los huesos-, tertuliando siempre entre Arte y política, la belleza y sus antagonistas. El jardín de las delicias parece conformado por el caos, pero su inacabable fantasía y su ironía hacen que olvidemos una posible malicia e irresponsabilidad en sus personajes. Es, precisamente, esa circunstancia la que nos lleva irremisiblemente a dejar entre renglones el efecto moralizante que se pretendía en la época.

Sin embargo, el infierno sigue a la anarquía sin solución de continuidad. En la oscuridad y las llamas del tercer panel vio John Berger una metáfora del mundo de hoy, me acuerdo de ello observándolo y me dejo llevar por un ataque de desesperanza, pienso que tiene razón. Pero igualmente me arranca una sonrisa. Me descubro al mismo tiempo perpleja y avergonzada de sonreír ante el infierno en el que se ha convertido el mundo y que El Bosco entrevió y plasmó en un impecable óleo gótico que embelesa sin comprenderlo.

Observando desde esta orilla todo parece más seguro; ahí, del otro lado, algún genio nos hará sonreír al contemplar algo parecido a nuestro mundo. Y todos saben que la sonrisa vence a la desesperanza.


(Tríptico de El Jardín de las delicias. Extraído de culturageneral.net)


viernes, 2 de mayo de 2008

Instantáneas de La Habana

viernes 2 de mayo de 2008

El Caribe, bajo mis pies, arremete contra el Malecón. El compás infinito de las olas humedece los engranajes de mi reloj, desacostumbrado ya, a la hora española. Los cálidos rayos de la tarde destilan recuerdos y pienso si Unamuno tendría razón al afirmar que se viaja no para buscar el destino sino para huir de donde se parte.
A las espaldas de quien mira al mar La Habana se extiende majestuosa y subyugante.
Su pátina de indolente subversión planea en cada rincón, intentando desalentar a cada pedacito de incertidumbre que en el verano de 2007 parecía haberse apoderado de la ciudad.

Sin embargo, no existe perspectiva mejor para contemplar la inmensidad de La Habana que desde Regla. La cúpula del Capitolio recorta el horizonte que se alcanza a ver por encima de la bahía y el sol, cuando se sitúa frente a quien contempla la imagen, refleja sus rayos en el agua y crea un contraluz con la mayor urbe del Caribe de fondo. Estoica, digna e inviolable La Habana aguarda.

La Habana Vieja, esa ciudad primigenia -declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1982- se articula alrededor de la Plaza de Armas, la Plaza Vieja, la Plaza de la Catedral y el puerto. Constituye el casco histórico de la ciudad, cuyo máximo exponente, la Plaza Vieja, rodeada por edificios de estilo barroco, neoclásico y modernista, fue el primer intento de planificación urbanística de los españoles en América. Por otra parte, las distintas culturas que se entretejieron en el Caribe han dado lugar a un estilo arquitectónico que confiere a las casas de La Habana Vieja un encanto particular: se trata de viviendas que poseen arcadas, patios interiores, galerías y puertas de hierro forjado.

La Habana Vieja es la parte indispensable de la capital, donde se encuentran monumentos y edificios históricos, museos, fortalezas, restos de muralla, conventos e iglesias y paladares (restaurantes familiares de comida criolla). Es la ciudad de las columnas como la llamó Alejo Carpentier, pero podría ser también el lugar de las luces y las sombras, de la decadencia y la dignidad, del rescate. En ella conviven, sobre una alfombra de adoquines, los edificios restaurados con los hogares humedecidos y palpitantes, que acusan medio siglo de bloqueo y comunismo.


Las calleju
elas serpentean por esta parte de la ciudad -Mercaderes, Obrapía, Lamparilla, Amargura- hacia las plazas principales. Siguiéndolas se descubren recovecos plagados de artesanía y de arte. Aunque abarrotadas por el gentío en las horas centrales del día, estas calles transpiran un ambiente sosegado y hospitalario. Revelan puestos callejeros dedicados exclusivamente a los libros y conducen sin remedio a los vendedores de guarapo (jugo de la caña de azúcar). Es también la zona del seis por ocho (danza cubana), del son, de las partidas de ajedrez o dominó y de los menesterosos.