jueves, 26 de noviembre de 2009

Cuestión de dignidad

Después de casi tres años de lenta deliberación y de continuos escarceos tácticos que han dañado su cohesión y han erosionado su prestigio, el Tribunal Constitucional puede estar a punto de emitir sentencia sobre el Estatut de Catalunya, promulgado el 20 de julio del 2006 por el jefe del Estado, rey Juan Carlos, con el siguiente encabezamiento: "Sabed: Que las Cortes Generales han aprobado, los ciudadanos de Catalunya han ratificado enreferéndum y Yo vengo en sancionar la siguiente ley orgánica". Será la primera vez desde la restauración democrática de 1977 que el Alto Tribunal se pronuncia sobre una ley fundamental refrendada por los electores. (leer el editorial completo)
Así empieza el editorial que firman hoy 12 periódicos catalanes y que han suscrito ya radios y televisiones de Catalunya, el Barça, el Espanyol, el Col·legi de Periodistes y otras entidades. La prensa escrita toma la avanzadilla y simboliza la unidad por la dignidad de una ley refrendada por el pueblo. Por cierto, esa prensa a la que dicen que le quedan dos telediarios. 
El Estatuto de Catalunya, con sus más y sus menos, fue aprobado en referéndum por un 73,90% de votos a favor, aunque con la baja participación de la población catalana, que no llegó al 50%.   




Desde aquí nos unimos a ese editorial. Por la dignidad.  

viernes, 25 de septiembre de 2009

El penal de Guantánamo sigue siendo uno de los peores lugares del mundo

Dennis Edney es el abogado que defiende a Omar Khadr y a su familia. Kadhr, 23, nació en Toronto, pero tuvo la mala suerte de encontrarse en Afganistán durante la guerra iniciada en 2001 por EEUU y sus aliados.
En 2002, Omar Khadr tenía 15 años y se vio envuelto en un fuego cruzado en el que murió un soldado estadounidense.
Khadr sobrevivió, pero fue arrestado e internado en Guantánamo bajo la acusación de haber asesinado al soldado norteamericano, cargo que Khadr niega. Para hablar de él y del poder de la justicia, Dennis Edney comparece en laThompson Rivers University.
“Omar Khdar estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. ¿Es un terrorista porque sobrevivió?”, pregunta Edney, “ni siquiera estaba participando en la batalla”, asegura el abogado.
Khadr podría pasarse el resto de su vida en la cárcel si fuera hallado culpable. De momento, sigue, como hace más de siete años, en los campos de detención de la base de Guantánamo. Edney lleva 5 años representándole y cuenta que la primera vez que puso un pie en Guantánamo para ver a Khadr tuvo que convencer al chico de que le hablara, pues llevaba meses sin articular palabra.
Por supuesto su abogado no está autorizado a grabarle o tomarle fotos, pero insiste en que a pesar de todo es un “chico encantador” y denuncia que las autoridades que mantienen la cárcel de Guantánamo abierta “no quieren que veamos a los retenidos como personas, sino como demonios”.
Edney afirma que nadie sabe a dónde han ido a parar los presos que ya no están en la base militar norteamericana, “pero si eran tan malos, ¿dónde los han metido?”, se pregunta el abogado.
Para Edney la cárcel de Guantánamo es el peor lugar del mundo porque allí no rige ningún tipo de legalidad. El estado de derecho es inexistente y se conculcan todos los derechos humanos. Pero va más allá y asegura que la base de Guantánamo es una coartada para crear el mito de la inseguridad y utilizar la estrategia del miedo para justificar su “guerra contra el terrorismo”.
Edney, que concibe la ley como una “herramienta para hacer funcionar el estado de derecho y no para conseguir triunfos personales”, dice tener una “fe máxima” en que el caso de Khadr se resolverá pronto.
Sin embargo, aunque tanto el Gobierno como la justicia saben que “[Khadr] podría morir si no se hace nada pronto”, según su abogado, “la verdad es que tampoco han hecho mucho durante los más de siete años que lleva preso”, señala Edney.
Al mismo tiempo, junto a la pasividad de las adminsitraciones, Dennis Edney hace hincapié en que tampoco la sociedad está interesada en el caso. “Más bien están preocupados porque tienen miedo, [...] Guantánamo es el símbolo del miedo”.
Edney se muestra crítico con el Gobierno canadiense e inquiere por qué no se considera a Omar Khadr como niño soldado o por qué no se le aplican los derechos constitucionales. “Hay cosas a las que no puedes dar la espalda si vives en un estado de derecho”, asegura el letrado. Y también se acuerda de la promesa de Obama, presidente de los EEUU, de cerrar el penal. “¿Qué ha cambiado [con respecto a la base militar] desde que Obama es presidente? Absolutamente nada”, asegura Edney.
“Cuando veo Guantánamo veo que el estado de derecho no funciona, pero tengo fe real en que funcionará”, sentencia Dennis Edney.

Dennis Edney durante la charla celebrada en la Thompson Rivers University, 24/09/09.
[Fotografía de Tyler Kalmakoff]

jueves, 17 de septiembre de 2009

Kamloops, una nota de color

Kamloops está al sur de la provincia de British Columbia (Canadá), pongámosle que al norte de Vancouver. Se trata de una ciudad ubicada en la confluencia de dos ramas del Thompson River. De hecho, Kamloops significa eso, encuentro de los ríos, en la lengua de los primeros habitantes de estas tierras. Antes de que llegaran los europeos este valle y sus montañas pertenecían al pueblo Secwepemc.
Los primeros europeos llegaron en 1811 y, entre otras cosas de sobra conocidas, debieron traer escuadra y cartabón. Así fue como el espacio que queda entre el río y las colinas parece papel milimetrado. Se trata del centro, con una calle principal, Victoria St., cuyos comercios cierran hacia las cinco de la tarde.
Pero, a estas alturas, ya se sabe, el centro no se hizo ni para los indios ni para los migrantes. Por eso es que yo vivo en el Carmel. Perdón, en lo alto de Columbia St.
Si el centro es algo así como un Eixample desabrido sin más encanto que el de los edificios que no pasan de dos plantas y la Reserva india viene a ser como un Raval por el que la gente de bien no pasea; la colina de Columbia St., entonces, bien podría ser un Carmel sin Pijoapartes.
De existir aquí un Pijoaparte, es un suponer, no tendría una Montesa sino un Ford Ranger, vestiría sudadera celeste y gorra de béisbol los días de diario, pasaría las tardes en el Tim Hortons no con Teresa sino con Keyli, que, es un suponer, estudiaría Business&Economics y los domingos se calzaría las camperas e iría a un rodeo en el que orgulloso cantaría el himno de la patria y bebería limonada.
Decía, que ando de alquiler en lo alto de Columbia Street, en un apartamento que es de lo más parecido a una columna de Juanjo Millás. Me refiero a que nunca cupieron tantas cosas en tan poco espacio. Pero no hay queja. Peor están las casas de la Reserva. El Gobierno las construyó sin unos entándares mínimos y ahora se despellejan y desconchan, se averían, y los nativos no pueden arreglarlas, “porque además no les pertenecen a ellos sino al Gobierno”, cuenta L., que ha vivido siempre en Kamloops. "¿Quién arreglaría algo que no le perteneciese, que no pudiera dejar en herencia a sus hijos, aunque pudiera económicamente?", se pregunta L.
Como decía, no hay queja. Me dan clase los discípulos directos de McLuhan y me duermo con los programas de la CNN. Kamloops, en fin, no me lo vaya usted a comparar con Barcelona.

martes, 4 de agosto de 2009

¡ZAS!

A veces una va paseando por la desvencijada Regla y se encuentra, así de sopetón, con un pedazo de sí misma, pensaba. Pero eso es harina de otro costal. O ve un reportaje sobre las fotos de la Revolución Social y de la Guerra Civil de Centelles, y ¡zas!, otra vez... siguió rumiando un rato más mientras subía las escaleras hacia el MNAC. Algo así le ocurrió en la muestra de fotos de Capa y Taro que se encuentra ahora mismo en ese museo. Se acordó de algo mientras intentaba ver esas fotos entre docenas de cabezas, y ¡zas!

Le cuentan que charlabas largas horas sobre política con su padre a la sombra de la higuera del jardín de tu casa. Ella no se acuerda de nada de eso, duró muy poco y, tal vez, sucedió antes de que naciera. Sólo recuerda que le encantaba que vinieras en Talgo desde París y que trajeras a tu gato, gordo y de nombre francés, y a tu perra pelirroja. Ella pensaba que siempre habías venido en tren, no sabía que ahora lo hacías porque ya no te veías con fuerzas para el Renault 5. Tal vez fueras el primero al que oyó algo de la guerra del ’36. No sabe que edad tendría, pero fue, seguro, antes de los cinco. En tus estanterías y de la mano de tu hija entendió qué era el POUM (Partit Obrer d’Unificació Marxista). Ella solo recuerda que colgabas sus dibujos junto a los de tus nietos en la pared del comedor y que muchos años después todavía llevabas sus garabatos de colores guardados en tu billetera. De eso sí se acuerda. Todavía no sabía todo lo que habías vivido. Tendrían que contárselo algunos años después Xavier Benguerel, Miguel Hernández, Machado… Centelles y Capa.

Aunque nunca terminaste de regresar, porque ya estabas aquí. En el ’36 dejaste la semilla, no te hacía falta volver para saber cómo estaba todo. Ahora ella piensa en lo poco que te vio y en cómo está todo. Te escuchaba y ahora sabe que no entendía nada, pero en un rincón de sus primeros recuerdos están guardadas las visitas fugaces que os hacíamos cada vez que volvíais.


Antonio Roca Rovira

Tenemos el sentimiento de comunicar que el militante del POUM Antonio Roca falleció en Versalles (Francia) el 27 de Octubre del 2008. Tenía 94 años y fue siempre fiel a las luchas y a los problemas de su partido.
Antonio Roca nació en Tarrasa en el seno de una familia obrera. A los 18 años ingresó en el Bloque Obrero y Campesino y se incorporó al POUM en 1935. Tuvo la suerte de militar en una ciudad como Tarrasa y de vivir con militantes de gran valor, como Pere Vigues y Joan Marimón, con los que participo en todas las tareas de su partido.
Cuando estalló la Guerra Civil se incorporó a las milicias y no tardó en alistarse, en el frente de Aragón, en la División que mandaba Josep Rovira. Estuvo presente en la resistencia a la represión stalinista. Como tantos otros emigró a Francia en 1939 y pasó por los campos de concentración de Argeles y de Bram. Como nos ha dicho muy bien su hija Jacqueline, lo que cabe destacar no son los hechos militantes, sino su apego continuo a su ideal, que le llevó a defender la revolución del 36 y a seguir fiel a su clase durante toda su vida.

(Fuente: http://www.fundanin.org/antonioroca.htm)

domingo, 2 de agosto de 2009

Jugar con la prensa mundial

¿A cuántos nos hubiera gustado jugar con esto de pequeños?...Y... ¿Cuántos juegan a esto de mayores?

martes, 21 de julio de 2009

De juegos...

A veces los juegos infantiles son de lo más reveladores. Hace tiempo que no paseo por el patio de ningún colegio, así que ignoro si habrán cambiado mucho desde que pasábamos ahí nuestras horas de recreo. Recuerdo jugar a “sorra fina” y llegar a casa con las rodillas llenas de barro.

El caso es que dando una vuelta por el Museu del Joguet de Catalunya (Figueres), algunos juegos de antaño se volvían, al mirarlos con nuestros ojos de ahora, auténticas revelaciones. Las iglesias en miniatura y las escuelas con una monja dirigiendo la clase o los muñecos vestidos de falangistas y requetés daban fiel testimonio de su tiempo e iban, obviamente, directamente encaminados a perpetuar el orden social de la dictadura franquista. A través de los juegos infantiles se reproducían, una y otra vez, las mentiras e imposiciones de la dictadura.

Sin embargo, otros juguetes se anticipaban a su tiempo. El “Pim Pam Pum” por ejemplo, rebautizado por nosotros como G8, nos llamó especialmente la atención: Pim-Pam-Pum… ¿Nombre más revelador?

Otros, por seguir con los ejemplos y sin dejar el franquismo, nos ofrecían retratos de lo que debieron ser unos de los peores demonios del momento. Bueno, el retrato lo hice yo.

Pero al final, lo último que se pierde es la esperanza. Y ahí estaba. El oso de Salvador y Anna Maria Dalí, y de Federico García Lorca. Sin duda, tocado por la sensibilidad de los artistas.

Como escribió Lorca en una de sus cartas a la familia Dalí, también pensamos que “don Osito Marquina es mono y remono”. Un poco de esperanza para los niños. Esos que más tarde aprendimos el “Verde que te quiero verde” en la escuela y pensábamos que los relojes de Dalí eran, en realidad, de helado fundido.



domingo, 24 de mayo de 2009

Enrique Meneses, VIII Premio Miguel Gil

Enrique Meneses gana el VIII Premio Miguel Gil, pero mejor que lo cuente él.
Aquí les dejo un fragmento de su charla, disculpen la (mala) calidad del vídeo y el tembleque de la reportera. Ustedes comprenderán que con Meneses al frente y Gerva a un lado, se me acelerara el pulso.


lunes, 23 de marzo de 2009

Blanco y negro

El miércoles me levanté temprano, puse la radio como siempre y al poco rato comprobé que me había equivocado de año. O de siglo. Las paredes del baño se volvieron grises y los números digitales de la emisora se habían transformado en diales que giraban para encontrar mejores noticias. Pero no hubo suerte. El agua de la ducha no me dejaba oír bien el boletín informativo. Salí a la calle y los trenes eran más o menos los mismos, sólo que en blanco y negro. Alguien en ese vagón de cola comentaba que bien merecido se lo tenían, echando una mirada aviesa a mi carpeta verde-Autónoma.
En la Facultad se organizaba la huelga y alguien repartía folletos. Al día siguiente los papeles hablaban de disturbios y sobre todo, de antidisturbios. El telediario de la noche entre soso y distraído enseñaba imágenes de las cargas policiales. Seguí pensando que era cosa mía, otra vez estaba fuera de siglo. TVE se limitaba a contar lo sucedido en aquel punto en que el estómago pide una condena a, por ejemplo, las agresiones a periodistas, la brutalidad policial o las cargas indiscriminadas contra estudiantes y transeúntes. Todo muy en blanco y negro.
Sólo la variedad del mando a distancia me recordó que vivimos tiempos mejores. Gabilondo alzaba desde Cuatro una tímida reprimenda, una condena por las agresiones a los compañeros informadores. Disidencia controlada, algo es algo. Al menos dio voz al Col·legi.
Mientras, las cámaras perplejas en el suelo, delante de la Generalitat, pedían explicaciones y recibían disculpas. Disculpas por las brechas en las cejas, por los golpes, por la humillación que supone que un uniformado no te deje trabajar, como antes, como ahora en muchos lugares del mundo. Nuestro país, uno de ellos.
Me metí en la cama deseando despertarme en el s.XXI. A ver si hay suerte.

jueves, 12 de marzo de 2009

Algunas fotos apuntan más hacia dentro que hacia afuera

Algunas fotos apuntan más hacia dentro que hacia afuera. Ahí van algunos ejemplos.

En Mostar hay un barrio llamado Luka.
En él los gitanos albinos piden en las calles y una pasa con su cámara y del modo más cobarde le roba una foto, antes o después -no recuerdo- de darle una moneda, como si eso sirviera de algo o borrara la mala conciencia de haberle robado la foto sin preguntarle ni como se llamaba o cuánto tenía el niño o si me daba su permiso para fotografiarla.







¿Turismo de guerra? Sólo unas píldoras de posthorror con euros en el bolsillo, teleobjetivo, moleskine y billete de vuelta. Este es el aspecto que presentan la mayoría de edificios en los barrios de las afueras de Mostar.



Otras nos desnudan, como un acto reflejo , disparamos.
Los muros mostaríes piden libertad para Palestina.











En Ravno, un pueblo enclavado en el Valle de la Muerte, cuentan que los croatas quemaban las casas abriendo el gas y tirando una granada o prendiendo una vela en el comedor. Ese que se ve ahí es el resultado, pero nadie me respondió a si eso era una práctica exclusivamente croata.





















En el cementerio de Srebrenica a los muertos encontrados en el último año se les distingue de los muertos recuperados anteriormente por el color verde de sus tumbas. ¿Hasta cuándo va a seguir creciendo el número 8.372?

















Al lado de la fábrica de Potocari, en Srebrenica, se encuentra el edificio de las Naciones Unidas. Ahí estaban los cascos azules que debían proteger a la población.
La mayoría de esos cascos azules tenían mi edad o eran algo mayores y como buenos jóvenes sentían la necesidad de pintar las paredes. Cabe suponer que esas pintadas las hicieron ellos, en la primera se desprecia a las muchachas bosnias, alguna mano tiempo después tachó el bosnias y escribió serbias. ¿Reconciliación? Tal vez no lo escribieron los cascos azules. En la otra vemos el símbolo de la ONU, esta vez sí, tal como lo veían esos jóvenes.

[Todas estas fotos fueron tomadas en agosto de 2008]

domingo, 22 de febrero de 2009

Poesía a borbotones

Sonaba Invisible y un haz de luz iluminaba una silla vacía. Sólo la banda en el escenario y el Palau expectante. Casi 2000 personas buscaban al Giraluna -el aforo de la sala de conciertos estaba prácticamente lleno-, se reunían a contracorriente para repasar los clásicos que ofreció Luis Eduardo Aute en un concierto enmarcado en el BarnaSants.
Pronto se adivinó la silueta del cantautor sobre el escenario, con chaqueta de cuero, vaqueros y una copa de tinto que se iba llenando al paso de los acordes. Empezaba el recital con un guiño al público, hablándole en catalán -algo que gusta mucho en Barcelona-.
El rostro de Aute es lo más parecido a una cama deshecha, sus pliegues destilan versos, cada surco es un pretexto para la contemplación. El cantautor llenaba con su voz el palacio modernista y en sus ojos brillaba la ironía con la que destripaba la realidad a caballo de cada canción, como todos los que buscan la Belleza entre lo real y lo obsceno, Aute arrancaba las sonrisas de un público complaciente.
Generoso en tiempos de crisis, ofreció tres horas de concierto en las que viajó por todos sus clásicos. Cual sabio forjado en nuestro tiempo, entre aforismo y aforismo, señalaba que cada cosa tiene su contrario, “por ejemplo: Dios, que como son tres tiene tres contrarios. Uno es Rouco Varela, el otro Escrivà de Balaguer y el tercero, el Papa”. Poesía siempre como herramienta. Conjugando forma y fondo con maestría. Paladeando cada sílaba, cada nota. Velando y revelando.




La belleza

(Luis Eduardo Aute)

Enemigo de la guerra
y su reverso, la medalla
no propuse otra batalla
que librar al corazón
de ponerse cuerpo a tierra
bajo el paso de una historia
que iba a alzar hasta la gloria
el poder de la razón
y ahora que ya no hay trincheras
el combate es la escalera
y el que trepe a lo mas alto
pondrá a salvo su cabeza
Aunque se hunda en el asfalto
la belleza...

Míralos, como reptiles,
al acecho de la presa,
negociando en cada mesa
maquillajes de ocasión;
siguen todos los raíles
que conduzcan a la cumbre,
locos por que nos deslumbre
su parásita ambición.
Antes iban de profetas
y ahora el éxito es su meta;
mercaderes, traficantes,
mas que nausea dan tristeza,
no rozaron ni un instante
la belleza...

Y me hablaron de futuros
fraternales, solidarios,
donde todo lo falsario
acabaría en el pilón.
Y ahora que se cae el muro
ya no somos tan iguales,
tanto vendes, tanto vales,
¡viva la revolución!
Reivindico el espejismo
de intentar ser uno mismo,
ese viaje hacia la nada
que consiste en la certeza
de encontrar en tu mirada
la belleza…

jueves, 5 de febrero de 2009

Roberto Saviano: “No facio paura io, fa paura il mio lettore”

“No doy miedo yo, dan miedo mis lectores”, advertía el autor de Gomorra, libro del cual se han vendido 1,8 millones de copias desde 2006. Rodeado de seguridad, con el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona lleno y con una sala contigua habilitada para seguir su conferencia, Roberto Saviano (Nápoles, 1979) ponía voz a lo que todos sabemos sobre el crimen organizado y daba aliento al “sueño de resistencia” en una charla enmarcada en el festival BCNegra.

Sin afeitar, con camisa clara, ojeroso y con la mirada clavada en algún punto indeterminado entre el micro y la mesa, Saviano reseñaba la presencia criminal en España, advertía de los mecanismos de que dispone la mafia para ganarse el corazón de la gente con su épica y su imagen cinematográfica, al tiempo que denunciaba la falta de jurisprudencia internacional para luchar contra ella.

Sus ojos se dirigían al público en contadas ocasiones, justo en conjunción con sus labios cuando éstos pronunciaban las palabras ‘Nápoles’ o ‘resistencia’. Y es que para Saviano contar el mal de su tierra significa resistir, explicarlo es esperanza y “la única manera de superarlo”, él es de la parte sana y aclara que quien crea una imagen negativa de Nápoles son los que trafican o matan o extorsionan, no él escribiendo –describiendo- lo que ocurre.

Con el pulso del cronista, el temple que da la literatura y la pasión de la poesia, Roberto Saviano no vino a vender Gomorra o Lo contrario de la muerte, su último libro, ni a que lo arropasen los Mossos. Viene y va, pese a las amenazas de muerte, porque lo leen. Porque así resiste.

martes, 27 de enero de 2009

Boban Minic, dignidad y oficio

Boban (Slobodan) Minic tiene ojos de mar. Entristecen de pronto, se apasionan o cristalizan como la sal. Simas gris-y-azules, no necesita otra cosa para hablar. Nos abre la puerta de su casa y nos recibe como a compañeros, abriendo los brazos e indicándonos que no pasemos ni un minuto más a la intemperie. Nació en Sarajevo hace 58 años y lleva 15 afincado en Cataluña. Casi los mismos que hace que terminó la Guerra de Bosnia. Las paredes de su salón, color de atardecer, llenan el espacio de una vitalidad inusitada que contrasta con el abatimiento del derrotado. Minic tocó techo como periodista en Yugoslavia. Hasta que el director de los culturales radiofónicos de Radio Sarajevo perdió la voz, por trabajar más de 40 horas seguidas sin agua durante casi 1000 días en una ciudad cercada. La cocina americana está impecable. Fue entonces cuando siguiendo a su mujer, Edina, llegó a L’Escala. Y aquí sigue, entre montones de diarios –confiesa que de su etapa de periodista conserva la manía de leer 4 ó 5 periódicos diariamente-, las fotos de sus hijos y la tele puesta en el canal 33. El LíberPress que ganó en 2005 junto a Gervasio Sánchez en la chimenea, con otros reconocimientos y un dibujo enmarcado que le regaló un amigo yugoslavo, de esos a los que Minic ha perdido. Vive de recuerdos, dice. “Los recuerdos es lo único que tiene valor cuando pierdes tus raíces”. Casi nadie se quedó en Sarajevo, los intelectuales no tenían futuro allí y eran los que podían marcharse, así que lo hicieron.

Se declara anacional y ateo, y proviene de una familia auténticamente mixta, como lo eran casi todas antes de la guerra. Perdió a su hermana en el ataque del mercado de Sarajevo. Alguien reconoció su voz, era el entrevistador más grande de la radio –aunque él niega la mayor, y afirma que en la carrera de un periodista hay altos y bajos, y él vivía bien, para que negarlo, “pero en aquella época [antes de la guerra] todo el mundo vivía bien en Sarajevo. Era una ciudad con un espíritu abierto”. Sin embargo eso le llevó al exilio. “El pasaporte yugoslavo valía más en el mercado negro que el americano”, nos dice divertido. Hasta que llegó la guerra. Yugoslavia se desmoronaba. “La vida sigue”, siguió para algunos, para otros “vivos medio muertos, que se quedaron en los años de la guerra”, ya nada volvió a ser lo mismo. Su mujer y sus dos hijos, uno de pocos meses, llegaron a L’Escala después de un complicado viaje por Europa, y al cabo de un año y medio Boban se presentó ante su mujer chapurreando algo de español. Él ya sabía que no volvería nunca a Sarajevo. No volvería a “un país hecho sobre crímenes”.

Estaba dispuesto a todo por su familia, y ya en L’Escala, cambió los micrófonos por los carajillos. Se puso a trabajar en un bar que le permitió conocer el lugar y sus gentes. Sus hijos empezaron a competir allí: básquet, ping-pong… Mientras, Boban Minic combinaba la faena del bar con dar conferencias, y hasta se apuntó a sardanes para integrarse mejor. El virus del periodismo, sin embargo, es difícil de erradicar y desde hace cosa de un año colabora asiduamente con su rúbrica en El Periódico de Cataluña. Es, por cierto, uno de los que se ha salvado del ERE del Grupo Zeta y casi ni se lo cree. Este verano volvió a Sarajevo para vender su casa, solo ha vuelto un par de veces después de la guerra, visitas fugaces a la ciudad que ama. Quizá ya no vuelva nunca más. “Mi ciudad y mi país ya no eran los de antes, eso me ayudó a tomar la decisión de que iré y me quedaré allí donde mis hijos encuentren su hogar. Y lo han encontrado aquí desde casi el primer día. Yo ya sabía desde los primeros años aquí que esto sería para siempre”, sentencia. Humilde, nostálgico, al día de todo lo que ocurre en Bosnia-Herzegovina y conocedor de la historia y la política del lugar en el que le ha tocado vivir, con más artículos escritos de los que le piden en el Cuaderno del Domingo, si se aburre, escribe. Y, sobre todo, recuerda.


1. Boban Minic fotografiado en su casa en L'Escala.
2. Vista de Sarajevo con la biblioteca a un lado.

sábado, 3 de enero de 2009

De pelmazo, nada*

Gervasio estrena blog. Poco más que añadir a lo que escribió mi colega. Cuando se reúnen unos cuantos maestros del periodismo todos hablan bien de Gervasio, que si fue el primero en cruzar no sé que puente en la guerra de Yugoslavia, que si es siempre uno de los más valientes, que si sus fotografías son las mejores… Todos tienen razón. Es además un hombre íntegro -su trabajo lo demuestra-, “es mi oficio" se repite una y otra vez y dispara su Nikon o escribe a ritmo frenético sus Cartas desde Bagdad. Habla por los codos, pero se encontrará su esencia en lo que calla, en el silencio que provocan en uno mismo sus fotografías.

Sólo un ejemplo que resume su Vidas Minadas: “Las víctimas de las minas tienen derecho a la dignidad”, esto fue lo que le impulsó a llevar a cabo este proyecto durante más de diez años. La dignidad, el buen Periodismo. Gervasio Sánchez.

*Título directamente inspirado en el artículo de Pérez-Reverte, El pelmazo de Gerva



PS.: Seguimos sin noticias de José Cendón.

PSS.: Un día después de buscar noticias sobre el estado de las negociaciones, domingo 4 de enero: Cendón y Freeman (en la foto) han sido liberados.Foto extraída de The Huffington Post