miércoles, 30 de julio de 2008

Tres, dos, uno… ¡Sarajevo!

Martes 29 de julio de 2008

El ventilador mueve las páginas de los periódicos mientras ultimo los preparativos del viaje a Bosnia y Herzegovina. En la radio el boletín informa de que los servicios secretos serbios robaron pelos de Karadzic, acusado de genocidio y crímenes de guerra por el Tribunal Penal de la Haya, para cotejar su ADN. Dónde habré puesto mi maldito pasaporte. En El País se informa de que siete serbobosnios han sido condenados por genocidio. Releo las crónicas de los grandes, de cuando la guerra. Reviso sus fotos. Ayer vi Territorio Comanche, la película de Gerardo Herrero basada en el libro de Pérez-Reverte. Cuándo diablos me darán la acreditación de prensa. Cierro el enésimo libro sobre el conflicto de los Balcanes y juro no volver a ver una película de Kusturica en años. Tengo que acordarme de cargar las baterías de la cámara. Ordeno los recortes de prensa, desentumezco la Moleskine. Las reacciones a la detención del genocida se suceden, mi destino se pone cada vez más interesante. Debo contestar todos los emails antes de partir. Público afirma que Karadzic será extraditado en secreto. Casi se me olvida el chubasquero. Pienso en el trayecto Barcelona-Sarajevo, unos 3.000 km. Pienso en Bosnia, su guerra vio iniciarse al fugaz e irresistible Miguel Gil y retirarse o morir a otros, por no hablar del asedio a Sarajevo o del genocidio en Srebrenica. De eso hace ya más de 10 años. Ahora Bosnia y Herzegovina también quiere entrar en la Unión Europea. Dejaré la llave debajo del tiesto de los geranios. Prometo enviar crónicas, Cartas desde los Balcanes.

miércoles, 23 de julio de 2008

Madrid a 4 manos

miércoles 23 de julio de 2008

Hay ciudades que amamos sin tener una razón concreta, no hace falta haber nacido en ellas, ni tan siquiera haber pasado muchos días en sus calles. Basta a veces una esquina, un suburbio o sus contradicciones… Es lo que ocurre en la ciudad del No pasarán y del Vivan las Cadenas.
El otro día me comentaba un amigo –hombre de radio que me toma el pelo cuando ve a Gervasio Sánchez en La Vanguardia, que soluciona mis dudas existencialmente informáticas, que es capaz de encontrarme entre las 18.000 personas que llenan el Palau Sant Jordi para oír a Sabina cantando Mediterráneo (yo era la que no tenía pase de prensa), que comparte tertulias matutinas en la cantina de la Facultad (y que espero que me perdone que tantas veces prefiriera el incomprensible e incomprensiblemente marxista profesor de economía a su compañía cantinera)-. Ese amigo, decía, con el que comparto inusitados placeres en forma de Babelias atrasados, volvía el otro día de Madrid. Lo vi algo abatido por una transitoria despedida en Barajas, así que le dije que ya invitaba yo al Bombay. Porque ante todo, nosotros somos periodistas –Periodistas de ciudades en llamas, de Holiday Inn, del Raval y Las Ramblas y de exceso de adjetivación-. Sobre todo y más que nada en plan literario. Pero vamos, que lo que me comentó, superando su inicial decaimiento, fue que hay que ver con Madrid, vaya ciudad. Eso, me hizo olvidar mis eventuales preocupaciones -a saber, que un andamio sarajevita me caiga encima, por poner un ejemplo-. Y recordé la última vez que estuve en Madrid. Fue en invierno. No pasé nada de frío porque me acogió una amiga –esa que no se fía de mi objetividad y con la que comentamos los andares del sexo opuesto- en su confortable piso de Mar de Cristal (aunque más tarde, por motivos logísticos tuve que exiliarme en un hotel de Atocha alguna que otra noche). Si las tardes se ponían insoportables en el Retiro, me metía en el Prado y si amanecía –a la hora que suele amanecer para mí, algunos lo llaman mediodía- con ganas, subía la cuesta Moyano entre libros de viejos. Y andaba sin rumbo, como se debe conocer una ciudad. Pero, mi amigo, acaba de volver. Y ratifica que el Retiro, en verano y con El País del domingo, es la hostia. Además, justo pilló el Día del Orgullo, él siempre en el centro de la noticia. Y claro, no pudo más que hacerme una crónica en diferido: Resulta que era el dia del Orgullo [...] allò era un desfase brutal. Grups de tios amb tanga, gent que t'anava rozando amb la bandera arcoiris, tios disfressats de ties exhuberants, tios amb més pèl que tota la facultat de periodisme junta menjant-se la boca i tocant-se els genitals... En fi, va ser bastant impactant [...] i juntament amb l'agobio de la calor i la gent [...] vam tornar-nos a l'hotel. Yo me fío de su crónica porque aquel día no vi ni una sola imagen del desfile, ocupada como estaba tomando fotos bajo un sol que irradiaba a 41º grados en Barcelona. Además, todo el mundo ha visto cosas impactantes en Madrid, ¿no estaba la plaza Colón repleta de curas no hace mucho? Sí, la que después se llenó de gente de rojo.
En fin, que sí, le digo. Que Madrid está de puta madre, que todas las huidas pasan por Madrid, que qué lástima que esté abducida por la derecha, pero que bien se lo pasa uno, oye. “Sol, Preciados, Montera, Plaza Mayor, La Latina, Palacio Real, La Almudena, Plaza de España, Gran Vía, Cibeles...”, me dice. Y yo añado a las gordas de Botero, el Café Gijón, los museos, Callao, Lavapiés y ¿cuántos bares había en la Cava Baja? Insufrible e insustituible, como todas las ciudades que amamos.
-I tu quan marxes a Sarajevo?, me pregunta.
-A l’agost.
-Jo torno a Madrid d’aquí a tres setmanes.

Una buena noticia para el Periodismo (y una mala)

miércoles 23 de julio de 2008

Hace unos días terminó la Semana Negra de Gijón, un evento eminentemente literario, basado en la novela negra, esos relatos de nuestros días, en que se retrata la sociedad del crimen y que constituyen nuestra novela social. Sin embargo, durante la Semana Negra no solo se leen libros a orillas del cantábrico, también se pueden ver exposiciones de fotografía y disfrutar de conciertos y recitales de poesía en memoria de Ángel González, entre otras cosas. Es el fotoperiodismo, precisamente, la actividad que cada vez atrae a más gente. Y es que durante la Semana Negra, también se celebró el “12 Encuentro Internacional de Fotoperiodismo Ciudad de Gijón”, a la cabeza del cual se encuentra Javier Bauluz (premio Pulitzer en 1995). Bauluz huye de la etiqueta de periodista comprometido y tiene claro que lo que hace es lo que tiene que hacer, por eso rehúye pedestales y se considera un tipo normal. A finales de 2007 en Barcelona, Javier Bauluz afirmaba ante la periodista arribafirmante que “la cámara es mi cuchara, mi pincel y mi fusil” y que con la fotografía hay que dar luz a lo que ocurre. Siguiendo esta suerte de mantra, ahora nace el “Manifiesto sobre Periodismo y Derechos Humanos”, que está abierto a la adhesión y del que ya forman parte periodistas tan prestigiosos como Enrique Meneses.
Una buena noticia para el Periodismo.

(foto extraída de Periodistas en Guerra)


La mala noticia la expone en su blog el anterior citado, Enrique Meneses, echen un vistazo a los datos de la Federación Internacional de Periodistas, sobre los 171 periodistas muertos violentamente en 2007.

lunes, 7 de julio de 2008

En el occidente astur…

lunes 7 de julio de 2008


Uno puede levantarse bien temprano sintiendo en las rodillas la niebla apeada en el umbral. Puede desayunar con un dulce ‘orbayo’ –esa llovizna fina y fría que cala los sentidos hasta desperezarlos del todo-. Incluso, el viajero puede tomarse el vermú en una playa mordida a la montaña a pleno sol, sestear con un ‘nordés’ congelante batiendo las hojas de los ‘carbayos’ -robles- y cenar con las estrellas derramándose por la Vía Láctea a la luz giratoria de un faro. Es el occidente astur. (Hagan click aquí para leer el texto completo y ver las fotos).

PS.: Perdonen esta ausencia, me puse a escuchar las obras completas de Leonard Cohen y me acabo de despertar... soñando con tomar Manhattan y luego Berlín.