sábado, 17 de mayo de 2008

Cuando se encuentran el cine y la fotografía

sábado 17 mayo de 2008
(Maestro, quiero cartas desde Teherán)


El fotógrafo iraní Abbas descubre Paisà, la película de Roberto Rossellini, siendo un adolescente en un cineclub de Argelia, según se dice en la exposición del CCCB titulada: Magnum 10 secuencias, el cine en el imaginario de la fotografía. Se agota la década de los 50 y Argelia es, a su vez, un país devastado por la Guerra de la Independencia. Su familia llevaba ocho años exiliada de Irán. Desde ese instante el largometraje de Rossellini se convierte en una película fetiche para Abbas. La película que reforzó su decisión de hacerse periodista y luego fotógrafo. Pasaron los años, se sucedieron las películas.

Principios de 1979. Teherán refulge, exquisita circunstancia para el que escribe con la luz. Abbas lo vive desde dentro, entre el entusiasmo de formar parte de -como dice Hobsbawm- la primera revolución contemporánea que no tuvo sus raíces en la Ilustración europea (La Revolución Blanca) y las más que razonables dudas que suscita un movimiento popular secuestrado por los mulás. Dejó de ser su revolución, pero todavía era su pueblo, su país. Sabía que aquella implicación no la podría vivir en Biafra, Bangladesh, Zaire o Méjico (lugares en los que tomó sobrecogedoras fotografías). Pero las fotos iraníes llevan implícito el compromiso, eso las distingue. Su diario fotográfico de la revolución iraní enseña las calles de Teherán durante los años 78, 79 y 80. Paisà presenta le strade italiane en 1946 y muestra los últimos estertores de la II Guerra Mundial.

Comienza el diálogo entre Abbas y Rossellini. Pero es, en realidad, un diálogo a tres miradas. El visitante –fisgón o contemplativo, curioso o examinador- atisba, ojea, vislumbra o cruza su mirada por dónde antes la cruzaron Rossellini y Abbas, pero ahora, a través de ellos. Ventaja añadida. Del fotograma a la fotografía, de la fotografía al fotograma. Del movimiento de 24 fotogramas por segundo a la instantánea que congeló en su día el tumulto en las calles. El fulgor de una ciudad recogido en blanco y negro, podría ser cualquier ciudad del mundo en sus horas más altas o en las más bajas. Ante el encuentro del cine y la fotografía se cree haber resuelto la eterna ecuación, son sin duda, los amantes perfectos. Fotos sencillas, planos simples. Testimonio eficaz, sin teatralidad. Quizá sólo sea cosa de Abbas y Rossellini. O quizá sólo sea la gelatina de plata y el ‘paso universal’.


[Magnum 10 secuencias, el cine en el imaginario de la fotografía es una exposición que pretende mostrar las influencias del cine en el proceso de captación de la realidad que realizan los fotógrafos. Reúne a diez profesionales de Magnum representantes de distintas generaciones y corrientes de la fotografía documental junto con sus influencias cinematográficas].

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un requiem por los grandes. Aquellos que no se venden, aquellos que luchan y mueren de pie.. EL arte que nace de un dolor. Cuanta verdad.. No se puede hacer la tortilla sin romper los huevos aunque muchos ( snif, ya casi todos)se empeñen en demostrar que dentro del huevo algo más que la nada..Hurra por aquellos que narran y sienten y claman al viento.. Snif, este me ha llegado Cris..

Dr.House